En un mundo marcado por la incertidumbre, existe un terreno fértil donde quienes observan con audacia pueden encontrar tesoros ocultos. El período 2025–2030 se perfila como un escenario dual: amenazas latentes y un campo de minas de oro para emprendedores, inversores y gobiernos dispuestos a mirar más allá del ruido.
Para 2025, la economía mundial apunta a un crecimiento cercano al 3 % gracias a un ciclo resiliente y la estabilización de los precios. Sin embargo, la division en bloques económicos (EE. UU. vs. China) genera riesgos para la cooperación y las cadenas de valor mundiales.
Las empresas perciben este clima como un freno a sus proyectos: el 83 % de los directivos de Beazley cree que la inestabilidad geopolítica limitará sus planes. Pero cada crisis crea vacíos: nuevos proveedores, localizaciones productivas alternativas y soluciones de seguro especializadas emergen en esos espacios.
Los grandes riesgos —recesión, crisis de deuda, inflación descontrolada— conviven con oportunidades igualmente poderosas: el avance de la energía renovable, la creciente adopción de energías renovables y limpias, el desarrollo de la IA y mercados bursátiles que apuntan al alza. Reconocer este dualismo es el primer paso para actuar.
América Latina y el Caribe se destacan como un laboratorio de innovación verde. La región ya opera una de las redes eléctricas más limpias y posee reservas de litio y cobre que alimentan baterías de última generación.
En 2023, la región atrajo el 48,9 % de la IED destinada a economías emergentes, y el valor de proyectos aumentó un 16 %. Estas cifras revelan que el mundo está dispuesto a financiar iniciativas ecológicas cuando demuestran potencial de crecimiento sostenible.
El avance tecnológico en emergentes se refleja en el florecimiento de startups y unicornios, cuyo número se cuadruplicó entre 2018 y 2021. Países como Argentina, Colombia y México invierten en capacitación digital para jóvenes, ampliando el consumo de banda ancha y la adopción de la IA aplicada a gobiernos.
Aunque la infraestructura de banda ancha sigue siendo un cuello de botella, las inversiones masivas en redes y capacitación pueden transformar estos obstáculos en palancas de crecimiento.
Más allá de ALC, regiones como India, el Sudeste Asiático y África emergen como polos de alto dinamismo. En el Índice de Oportunidad Global 2025, la región latinoamericana supera al promedio de emergentes en bases económicas y servicios financieros.
La diversificación de mercados emergentes se convierte en una estrategia clave: alinear exportaciones y alianzas con los países de más rápido crecimiento reduce el riesgo y abre nuevos canales de valor.
Para transformar la visión en acción, es necesario diseñar un plan que combine análisis de datos, alianzas público-privadas y desarrollo de talento.
Algunas recomendaciones prácticas:
El éxito radica en cultivar capacidades de innovación local y aprovechar la financiación internacional. Adoptar metodologías ágiles y data-driven permitirá identificar rápidamente proyectos de alto impacto.
En conclusión, el período 2025–2030 ofrece un escenario único: mercados emergentes con futuro y un entorno global donde el riesgo convive con la oportunidad. Quienes adopten una mentalidad proactiva, inviertan en talento y forjen alianzas estratégicas podrán trascender límites y descubrir riquezas más allá del horizonte.
Referencias