Las energías limpias han emergido como protagonistas de la transición mundial hacia un modelo sostenible. Ahora, más que nunca, es esencial comprender cómo estas fuentes están no solo reduciendo emisiones, sino también generando valor económico.
En 2025 se alcanzará un nuevo récord al superar los 793 GW de capacidad renovable instalada, un 11% más que en 2024. Este crecimiento pone por primera vez a las renovables como la principal fuente de generación eléctrica mundial, adelantándose al carbón.
Los datos del primer semestre de 2025 confirman esta tendencia: las renovables representaron el 34,3% del mix eléctrico global, distribuido entre Solar (8,8%), Eólica (9,2%), Hidroeléctrica (13,5%) y Bioenergía/Otras (2,8%).
La energía solar y eólica absorbieron la totalidad del aumento de demanda eléctrica registrado, con un aporte conjunto de 1.023 TWh adicionales. De ellos, la solar cubrió el 83% de ese crecimiento, mientras la eólica aportó el restante.
El impulso renovable no es homogéneo. Algunas potencias destacan por su ritmo de instalación y visión estratégica:
Se espera que el G20 concentre más del 80% de la capacidad renovable mundial hacia 2030, consolidando un mapa energético en rápida transformación.
La revolución fotovoltaica acapara casi el 75% de la capacidad nueva. La caída sostenida en costes de instalación ha convertido a la solar en la opción más competitiva frente a combustibles fósiles.
Además, la integración de sistemas de almacenamiento y flexibilidad avanza a gran velocidad. Proyectos de hibridación solar-hidro y plantas con baterías de última generación optimizan la estabilidad de la red y garantizan suministros continuos.
En 2025 ya son 29 los países que generan más del 10% de su electricidad con solar, doblando la cifra de 2021. Este crecimiento se sustenta en:
La rentabilidad de las renovables se ha consolidado como un argumento indiscutible. A nivel global, las nuevas instalaciones solares son hoy la opción más barata para generar electricidad, según múltiples estudios.
Este desempeño económico se traduce en impactos positivos en empleo y desarrollo regional. La inversión en proyectos verdes dinamiza sectores industriales, fomenta la creación de puestos de trabajo cualificado y atrae capital privado.
En términos climáticos, la sustitución del carbón y otros fósiles ha provocado una caída histórica de emisiones en el sector eléctrico. De mantenerse el ritmo actual, se podrían alcanzar las emisiones netas cero en 2040. No obstante, la reducción de generación fósil aún va por debajo del ritmo ideal, lo que evidencia la necesidad de acelerar renovables y almacenamiento.
Aunque el panorama es alentador, persisten desafíos que requieren atención prioritaria:
Abordar estas barreras es indispensable para mantener la senda de crecimiento renovable y garantizar la resiliencia del sistema eléctrico global.
Para triplicar la capacidad renovable y cumplir las metas de COP28 y COP30, es vital:
El ritmo actual del 29% anual en 2023-2025 debe moderarse a un 12% de crecimiento hasta 2030 para asegurar la triplicación, pero con especial énfasis en energía eólica e hidroeléctrica.
Las energías renovables han demostrado ser el motor de una economía descarbonizada y rentable. La combinación de innovación, inversión y determinación política será la clave para consolidar un modelo energético sostenible, equitativo y resiliente. Hoy más que nunca, la responsabilidad recae en gobiernos, empresas y sociedad civil para impulsar este cambio.
Referencias