En un momento en que las empresas y los mercados buscan no solo rentabilidad, sino también un propósito duradero, las inversiones sostenibles emergen como protagonistas clave. Este artículo ofrece una visión completa del crecimiento del patrimonio gestionado bajo criterios ASG en España, las normativas que lo sustentan y las oportunidades reales que ofrece más allá de la dimensión ética.
Al cierre de 2024, el patrimonio gestionado con criterios de sostenibilidad (ASG) en España alcanzó los 423.112 millones de euros, lo que equivale al 77% del total analizado en los estudios sectoriales más relevantes.
De ese volumen, 238.244 millones de euros (43%) se gestionan de manera explícita bajo criterios ASG, reflejando una tendencia madura y creciente marcada por la presión social, la revisión regulatoria y el avance técnico.
El mercado no solo ha crecido en cifras, sino también en sofisticación: un 78% de las entidades financieras dispone ya de equipos especializados en sostenibilidad, lo que potencia las capacidades de análisis y gestión.
Para entender la diversidad de enfoques, es útil clasificar las inversiones sostenibles en cuatro grandes categorías:
La categoría de generadoras de impacto está en fuerte crecimiento gracias a las estrategias activas de engagement, voto y capacitación de empresas.
El impulso regulatorio proviene principalmente de la Unión Europea, con normas como el Reglamento SFDR, la CSRD/ESRS y la Taxonomía Europea. En España, el Real Decreto 214/2025 establece obligaciones claras para la gestión de la huella de carbono y se ha constituido el Consejo Nacional de Finanzas Sostenibles.
Estas iniciativas buscan asegurar homogeneidad y comparabilidad internacional, fortaleciendo la confianza de inversores y empresas y creando un entorno más estable y predecible.
Las inversiones sostenibles han dejado atrás el estigma de ser únicamente «una vía ética». En la práctica, generan beneficios económicos, sociales y reputacionales muy tangibles:
Rentabilidad financiera: las compañías que cumplen criterios ASG disfrutan de una reducción de costes operativos y financieros, así como de acceso a financiación más barata. Un entorno regulatorio claro y exigente atrae inversores institucionales dispuestos a premiar la transparencia.
Ventaja competitiva: el 84% de las empresas españolas reconoce que la sostenibilidad mejora su posicionamiento en el mercado, diferenciándolas de competidores y elevando su propuesta de valor.
Resiliencia: las compañías con políticas robustas de sostenibilidad registran un desempeño financiero sólido y más estable incluso en escenarios de crisis, lo que demuestra su capacidad de adaptación.
Crecimiento organizacional y valor de marca: los fondos verdes y sostenibles aportan recursos fundamentales para proyectos de innovación, mientras que una imagen responsable genera fidelización entre consumidores cada vez más exigentes.
Beneficios ambientales y sociales: menor huella ecológica, protección de la biodiversidad y contribución directa a Objetivos de Desarrollo Sostenible como energía limpia, salud, trabajo decente y gestión responsable del agua.
Gestión de riesgos: al anticipar sanciones regulatorias y los efectos del cambio climático, las empresas reducen incertidumbres y salvaguardan su viabilidad a largo plazo.
Según un estudio internacional de 2025, el 82% de las empresas planea aumentar sus inversiones en sostenibilidad durante los próximos 12 a 18 meses, consolidando la trayectoria al alza.
En España, el mercado de bonos verdes superó los 15.000 millones de euros emitidos en 2024, una cifra récord que pone de manifiesto la creatividad financiera al servicio del medio ambiente.
Las firmas líderes destinan hasta el 58% de su presupuesto de inversión a proyectos ecológicos, muy por encima del promedio global del 15%.
Los fondos clasificados bajo el artículo 8 y 9 del SFDR alcanzaron un patrimonio de 169.978 millones de euros en septiembre de 2025, consolidando el interés de ahorradores e inversores institucionales.
Estas herramientas permiten una gestión de riesgos derivados del cambio climático más precisa y facilitan la toma de decisiones basada en datos reales.
Aunque el momentum es claro, persisten retos como la medición del impacto real, la falta de métricas estandarizadas y la liquidez limitada en algunos productos de impacto.
También existen dudas sobre la rentabilidad comparada con activos tradicionales, lo que exige un análisis cuidadoso y continuo.
De cara al futuro, la interoperabilidad internacional y la consolidación de estándares serán fundamentales. Se espera un crecimiento moderado a corto plazo, pero con optimismo a medio y largo plazo gracias al compromiso global con los ODS y la reorientación de capital hacia objetivos sostenibles.
Para cerrar el déficit de financiación anual estimado en 4,2 billones de dólares, será imprescindible alinear marcos regulatorios y atraer nuevos inversores hacia estrategias responsables.
El auge de las inversiones sostenibles en España demuestra que el enfoque va más allá de la ética. Se trata de un modelo de crecimiento donde la rentabilidad y la responsabilidad convergen para impulsar la innovación y la resiliencia. Cada inversor, empresa o entidad financiera puede contribuir a este cambio adoptando criterios ASG, fortaleciendo sus sistemas de medición y aprovechando las oportunidades que ofrece un mercado en expansión.
La sostenibilidad ya no es una opción secundaria: es el motor de innovación y desarrollo competitivo que define el futuro de la economía.
Referencias